jueves, 22 de octubre de 2009

En el Ascensor


esta historia de un venezolano la cual tiene un buen blog y me llamo la atencion esta historia que aunque creo que es paja de el no deja de ser interesante no es que sea un copion de cuentos pero pense que merecia la pena que mas personas leyeran esto disfrutenlo se los recomiendo.
Venía entrando al edificio, traía mi guitarra conmigo y un bolso en el cual guardo todos sus accesorios: en lo que veo que el ascensor está en la planta baja a punto de cerrarse.
- ¡Aguántalo, por fa! – Grité
Me acerco a la puerta del ascensor mientras se abría rápidamente de nuevo, y la vi ahí; parecía haber sido sacada de la portada de Urbe Bikini o cualquier otra revista de contenido seudo erótico.
- Buenos días – le digo, con tono de desconcierto
- Hola – me responde con una sonrisa picara en su cara, deleitándose en su vanidad por estar buena, y saber que me la buceaba.
- ¿A qué piso vas? – me dice enseguida
- Ojalá sea al mismo que el tuyo – respondo sonriente; a lo que me respondió solo con una sonrisa entre cortada.
- ¿Entonces vas al 8? – me pregunta rápidamente
- ¿Tú vives en el 8? – le pregunto con cara de emoción
- No, pero mi novio sí – me responde de forma cortante

En ese momento, hubo un silencio incómodo en el ascensor, el cual incluyo una sonrisa entre cortada y un par de suspiros anhelando la rápida llegada al piso 8.
En lo que de repente un sonido rompió el silencio y nos dejo en oscuridad total.
Se fue la luz.

- Coño, ¡esto no puede ser! – exclamó con tono de molestia
- ¿Andas apurada? – le pregunte para buscar conversación mientras sacaba mi celular para alumbrar la oscura cabina.
- Sí, tenía algo importante que tratar con mi novio – Respondió de forma tajante.
- ¿Vas a terminar con él? – pregunte con un tono bromista; a lo que le siguió unos segundos de silencio absoluto.
- Pues sí – respondió en voz baja
- Ver… ¡la pegué! – exclamé

De nuevo la oscuridad en el elevador fue acompañada por un silencio reinante, creo que los 2 tuvimos miedo de continuar la charla para evitar incomodidades; pero noté que sus ojos no se apartaron de mí, su mirada me acompaño durante esos minutos de silencio, en los que nuestra única compañía era el silencio y la luz de los celulares.

- ¿Y tú? – me preguntó con tono imperativo
- ¿y yo qué?
- ¿Tienes novia? – indagó mientras sus ojos seguían mirándome fijamente, con cierto sabor de malicia en la mirada.
- Pues no – Le mentí
- ¿Y por qué pues?
- Porque no te había conocido antes – le respondí mientras una sonrisa repleta de picardía invadía mi rostro

Su gesto de halago fue como esas sonrisas en un mal día, que se sienten como un oasis en pleno desierto, fue seguido de un suspiro a medio terminar cuando me dijo

- Pues, ni que yo fuese tan bonita o especial – desde mi punto de vista, seguía sumergida en su vanidad por estar buenísima y sólo buscaba que yo la adulara.
- ¿Acaso hay alguien que no lo piense así? – pregunte mientras me sentaba en el piso de la estrecha cabina.
- Mi novio no lo piensa así – expresó con cierto aroma de tener el ego herido
- Entonces tu novio es un imbecil – respondí

De nuevo sólo respondió a mi comentario con una sonrisa antes de que el silencio se ocupara de llenar el pequeño elevador, pero aún la tenue luz de nuestros dispositivos de comunicación se encargaban de que compartiéramos miradas. Ella decidió sentarse también y durante ese minuto que transcurrió en silencio nuestras miradas se intensificaron; mis ojos, llenos de lujuria no dejaban de desvestirla mentalmente mientras se enfocaban en ella, a lo que respondía con una leve sonrisa de vileza.
Esos gestos de malicia la hacían verse más divina de lo que estaba.

- ¿Por qué vas a terminar con tu novio? – indagué, ya que la curiosidad me carcomía
- Porque me engaño, con una amiga – respondió abruptamente, mientras los gestos que me excitaban mentalmente desaparecieron repentinamente para darle lugar a una mueca de hostilidad.
- Qué idiota…
- Sí, es un idiota… quisiera hacer algo para hacerlo sentir tan mal como me hizo sentir a mí – Respondió manteniendo la misma mueca de hostilidad en su rostro
- ¿Montándole cachos? – Le pregunte, con doble intención
- Tal vez, tal vez – dijo mientras la sonrisa picarona ocupaba de nuevo su sitio entre las mejillas.
- Bueno, estoy a tu disposición si es para hacer justicia – Le dije tratando de ser gracioso.

Volteo rápidamente a verme con una mirada de maldad mezclada con picardía acompañada de lujuria. En ese momento, sin decir una palabra agarró su celular y comenzó a revisar su agenda telefónica; cuando de pronto, se acerco abruptamente en dirección a mí. Lo cual hizo que me estremeciera y una sensación de ansiedad y nervios me invadieran; estaba tan cerca de mí que el momento se torno incómodo, incómodo pero excitante. Estando tan cerca de mí, tomó mi celular, el cual reposaba a mi lado, y ve la hora.

- ¿Cuánto tiempo crees tú que se tarden en sacarnos de aquí? – Me pregunto mientras veía fijamente al celular
- Pues ni idea… espero que se tarden – le dije, un tanto incómodo, pero sin poder disimular mi excitación.
- Entonces tenemos tiempo para hacer justicia, ¿no crees? – me dijo susurrando al oído, de una manera tan apasionante, que mi respuesta inmediata fue besarla.

El elevador se comenzó a inundar de pasión, calor, acompañado con una oscuridad casi absoluta, acompañada por los sonidos que producen 2 cuerpos extasiados, mientras se desnudaban lo suficiente como para comenzar la actividad sexual.
Era bellísima, pelirroja de cabello largo, ojos claros, unos senos perfectos, unas piernas espectaculares, sus gestos de placer en el climax topaban el ambiente de sensualidad y erotismo. Pero su morbosidad llego al extremo, mientras le realizaba el sexo oral, entre gemidos de placer y palabras que jamás entendí, tomó su celular y marco el teléfono de su novio.
Durante nuestro desenfrenado encuentro sexual, lográbamos escuchar entre los gemidos al novio hablar, consternado por lo que debió haber estado escuchando.
Ella jugó con mi miembro, yo con sus senos. Lo hicimos en 4 posiciones diferentes. El ascensor olía a sexo, a ese olor tan divino lleno de feromonas, los espejos del ascensor se empañaban más y más durante la faena. Tanto así, que pienso que la conserje del edificio nos llego a escuchar, al igual que la vieja moralista del piso 3. Echamos 2, y casi íbamos por el tercero cuando nos dimos cuenta de las 18 llamadas perdidas de su novio a su celular; ella durante nuestra momentánea relación le contestaba las llamadas, solamente para que escuchara mientras otro individuo desconocido le follaba.

Una tarde de sexo casual, el sueño de cualquier hombre, terminó cuando escuchamos a la conserje decir “¿Hay alguien en el ascensor?” con ese tono portugués evidente.

- Sí señora Fátima, soy yo, Jesús, el músico al que siempre regaña – le grite
- Entonces debería dejarte ahí – respondió la conserje en tono de broma

Comenzamos a vestirnos, pero ella no encontraba travieso hilo –que luego descubrimos que estaba escondido en entre mi guitarra y mi bolso. Una vez vestidos, se me acerco y me besó.

- Gracias por hacer justicia conmigo – Me dijo con una sonrisa de satisfacción en su cara.
- De nada, fue un placer – le dije, respondiéndole con la misma sonrisa.

En lo que se abrió la puerta del ascensor, nos encandilamos mientras que, la conserje y su esposo nos veía con cara de impresionados, y sospechando todo lo que habríamos hecho durante ese tiempo atrapados en el ascensor… Nos bajamos en el piso 4, y mientras agarraba mi guitarra y mi bolso, la vi dirigiéndose hacía las escaleras (hacia abajo).

- ¿No vas a ir a casa de tu novio? – indagué, intrigado por verla tomar una dirección diferente.
- No, ya tuvo suficiente – Dijo con una sonrisa como quien acaba de tener más que una venganza.
- ¿Cómo te llamas? – le pregunte con emoción
- Andrea – me dijo, mientras se daba la vuelta para seguir su camino hacía quién sabe donde.

Yo comencé a subir a mi destino original, mientras no dejaba de pensar “¿Ojo por ojo?” pero creo estar equivocado, porque hasta Hammurabí se quedó pendejo; al entrar a mi apartamento, veo a mi hermano sentado en el sofá con cara de perturbación y el celular en sus manos.

- ¿Y a ti qué te pasa? ¿Por qué esa cara? – traté de averiguar
- Estoy esperando a mi novia, que venía a almorzar aquí para conocerlos, pero ya no creo que venga… creo que está ocupada. – respondió con la voz cortada y una cara completamente seria.
Después de tragar, le pregunté:- ¿Cómo se llama tu novia?
- Andrea.
Después de ese día me prometí a mí mismo, tener otra vez relaciones con las novias de mi hermano.

1 comentario:

Jesús A. González dijo...

Epale chamo.
Que fino que te haya gustado mi crónica. No tengo ningún problema con que la publiques acá, pero sí quisiera que colocaras mi nombre, y la dirección de mi blog. Tú sabes, por los derechos de autor.

Jesús A. González
http:\\asiestamimundo.blogspot.com

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ESTUDIANTE DE INGENIERIA AGRONOMICA A PUNTO DE GRADUARME Y SALIR DE ESTE INTERNADO EL CUAL ME TIENE APRISONADO 5 AÑOS...

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